Porque después de tanto tiempo de pensarte, te ví. Fue como recordar el primer día que te pude mirar a los ojos, se detiene el mundo, se para el reloj y sólo somos tu y yo. Fue como volver a revivir en segundos lo que era capas de hacer por vos, revivir mis ganas inmensas de hacerte el amor hasta enloquecerte. Mis ganas de besarte, de abrazarte. Porque todo giraba en torno a nosotros dos, porque nada más tenía sentido que verte donde estuvieras. Porque sólo me bastaba con que me miraras un segundo y en cambio no lo hacías. Mirabas todo lo que tenías a tu alrededor, menos a mí. Me ignorabas totalmente, y yo sentía ese dolor punzante nuevamente. Ese dolor que volvía a acaparar todo mi ser, volvía a nublarme la vista y volvía a dejarme echa pedazos.

Porque yo quería prometerte un mundo que sólo sea entre tu y yo. Nuestro mundo, porque promesas son sinónimos de contratos, si no las cumplimos cargamos con eso hasta morir.

Yo quería que me miraras y que hubiera de nuevo el contacto que había, que vieras en mis ojos que en sí nada soy sin ti. Que vieras que nada tiene sentido, que yo no tengo sentido...

Porque lo único que quería era poder recibir otro beso más.